Todos las hemos dicho en algún momento, inocentemente, sin hacerle caso a ese foquito rojo que se prende en el lóbulo frontal, microsegundos antes de abrir la boca. El problema es que como buenos humanos, para aprender de verdad necesitamos sufrir las consecuencias de nuestros actos antes que hacer caso a las sabias voces de alarma.
Sin embargo, queriendo contribuir con su estabilidad y buena salud laboral, SEMANAeconomica.com dio con un divertido y práctico artículo de USNews sobre las siete cosas que jamás debe decirle a su jefe, y lo tropicalizamos al gusto nacional, como para sumar a la reflexión, posible arrepentimiento y penitencia en este fin de semana largo. Aquí los siete pecados verbales en la oficina:
“Esta no es mi chamba”. Es una frase que se nos viene a la mente a velocidad crucero cada vez que nos hacen ese encargo molesto, que corresponde a un practicante o alguien de mucho menor rango.
Pero ¡alto!, no lo mire a través de sus ojos, sino de los de su jefe. Para él, probablemente su trabajo sea hacer lo que él le pide que haga así que antes que soltar la fatídica frasecilla sería saludable averiguar por qué le hicieron el pedido; puede que haya una razón válida.
Si aun así siente que no sería saludable para la empresa –no para usted - hacerlo, entonces intente una explicación y señale quién puede hacer la tarea mejor y por qué. En algunos jefes funciona. En todo caso, hacer “chambas” que van más allá de su cargo siempre suma.
“Este no es mi problema”. ¡Cuánto “burócrata” del sector privado da esa sentencia definitiva! Lo cierto es que cuando nos sueltan esa frase nos sabe más a un “no me importa”, lo que habla de su impresión sobre la otra persona, que a que objetivamente esto “no corresponde a mi puesto”. Mala actitud.
Lo mejor es siempre mostrarse colaborador y ofrecerse a ayudar. Aquí privilegie ver el bosque y no los árboles. Forma parte de un equipo y el problema de uno es a la larga, problema de todos.
“No es mi culpa”. ¡Allí está!, cuántas veces hemos sacado cuerpo, nos hemos desmarcado casi de forma automática, para esquivar la dolorosa responsabilidad de asumir nuestros errores. Pero, responsable o no, más que asignar culpas lo importante es resolver los problemas rápida y eficazmente.
Es lo más recomendable para que a su jefe se le pase el colerón. Decir “yo no fui” lo hace parecer más culpable y no trae una solución escondida. Además, le quita la oportunidad para demostrar lo bueno y práctico que es superando los obstáculos y errores.
“Sólo puedo hacer una cosa a la vez”. ¡Claro! puede chatear con tres personas, escuchar música y mirar su Facebook al mismo tiempo, pero ¿no puede con el multitas King? Aquí un consejo. Quejarse de tener demasiado trabajo puede mandar dos señales al mercado (léase su jefe) i) que no le gusta lo que hace y ii) que no puede con el puesto. Además, ¿cuánta gente conoce que dice “qué poco trabajo tengo”, “cuánto tiempo me sobra” o “qué relajado estoy”? Por el contrario, TODOS nos sentimos recargados, todos estamos ocupados, todos tenemos poco tiempo, desde el gerente hasta la recepcionista. Vivimos en una época de gente ocupada. No por gusto el estrés y las dolencias cardíacas son dos de los caballeros apocalípticos de nuestros tiempos.
“Estoy sobre calificado para este trabajo”. Bueno, probablemente lo esté, sobre todo en este mundo de profesionales con grados, maestrías, doctorados, cursos y talleres que valoran muchísimo el costo de sus diplomas y las horas de estudio invertidas.
Sin embargo, éste es el trabajo que tiene, el que aceptó, y aunque le pese, el que debe hacer. Andar diciendo por allí que usted es demasiado bueno para él logra dos cosas: i) que sus compañeros le echen “mal de ojo” y ii) que su jefe piense que es un tremendo soberbio (por no decir algo más fuerte). Si su propósito es que lo miren como un ser superior, el tiro puede salirle por la culata.
“Este trabajo es papayita, lo puede hacer cualquiera”. Como en el punto anterior, lo que usted dice entre líneas es que es demasiado inteligente para lo que hace. Otra lectura –que puede ser la de su jefe– es “este trabajo es estúpido”. Fácil y estúpido son adjetivos que usted no quiere de su trabajo porque en cierta forma empequeñece lo que hace la empresa.
Si este es fácil, hágalo rápido, y si es estúpido, hágalo de todas formas. Nadie dijo que toda su chamba tiene que ser digna de físicos cuánticos y en el enorme engranaje corporativo, el trabajo “estúpido” también es necesario.
“Esto no se puede”. Nunca, nunca, nunca le diga a su jefe que algo no puede hacerse, a menos que ello implique infringir la ley. Recuerde que allí, con su NO burócrata, está poniendo un freno a los despegues creativos de su superior y en sus ojos, al desarrollo de la empresa. Incluso cuando lo solicitado es digno de un capítulo de “Misión Imposible”, admitir esa imposibilidad lo puede posicionar como un incapaz, poco imaginativo o flojo.
Mejor antes que enfocarse en la solución, entienda cuál es el problema, cuáles son los objetivos que buscan alcanzarse y analice si existe una respuesta humanamente posible, más barata o eficiente. Si usted propone un plan B más ingenioso, hará a su jefe muy feliz.
Finalmente, ante la duda, recuerde que es mejor “callar y sonreír”, antes que soltar cualquiera de las frases suicidas. Preste atención a esa alarma y tome en cuenta que el silencio en este particular caso vale oro
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