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Lima, mar. 31. Andrea Mesones es una joven de 20 años que no tiene ninguna relación con el Estado, ni tiene una afiliación política. A pesar de ello, cumple una labor esencial en la sociedad peruana, incluso reemplaza algunas de las funciones del Estado. Ella es una joven milenial, emprendedora social.
No la jale señora, no la jale”, grita Andrea al ver que una niña es tomada del brazo a la fuerza por su madre, de edad madura, en un parque del distrito limeño de Surco. Se exalta, se molesta y no tolera la escena. Desde el colegio Andrea Mesones fue así, su capacidad de identificarse con los problemas de los demás y su acercamiento a historias de niños abandonados, chicos con habilidades especiales y adolescentes con problemas de adicción influyó en su personalidad y en la elección de su carrera: psicología.
Mesones representa a un tercio de la población electoral: el importante sector joven. A pesar de que hay pocos estudios sobre esta demografía, se sabe que tiene características particulares que los distinguen en la sociedad. Como Andrea bien lo representa, los milenial tienen un alto compromiso social(son activistas, animalistas, ambientalistas, entre otros), son emprendedores sociales, su visión de la realidad es mucho más compleja que la de generaciones anteriores, puesto que han crecido en un mundo más complejo, dinámico y globalizado que hace 20 años; justamente la edad de Andrea.
Los milenial son los hijos de los luchadores de los derechos humanos; es decir, fueron sus padres o abuelos quienes delinearon las bases de las reglas de hoy. Como herederos, han colocado la valla de las exigencias sociales mucho más alta. La inclusión no es algo que Andrea cuestione, ni debería ser un tema de debate. Lo que le preocupa a esta joven milenial es cómo diseñar mecanismos para una inclusión exitosa de los adolescentes con autismo y síndrome de Down con los que trabaja.
Desde el 2013 preside la ONG Tabra, que da clases gratuitas de surf a chicos con autismo y síndrome de Down en la playa Los Yuyos, en el distrito limeño de Barranco. En este tiempo se han beneficiado 60 familias y los logros ya se notan al ver a sus alumnos concentrados y sin ningún temor de interactuar con personas ajenas a su entorno familiar. Para Andrea el mar no solo es un espacio recreativo, es un medio para llegar a cumplir la finalidad de Tabra: incluir a estos chicos a la sociedad.
“No vamos a llegar a ningún lado si es que solo le damos clase de tabla a los chicos, y ya luego se van a sus casas y se acaba el tema. Ahora estamos dando charlas gratuitas a los papás de información en la Universidad de Lima, porque para mi inclusión es información”.
Al toro por las astas
En todo este proceso el apoyo de los voluntarios hacia Tabra es fundamental: gente de diferentes edades y profesiones, que se comprometen cada domingo con el fin de ayudarlos.
Bien dice la mamá de Leonardo, un pequeño de 9 años consíndrome de Down:
“Nunca vi gente culta con tanta predisposición. Son unos ángeles”, cuenta emocionada al ver a su hijo dando brincos en el mar. Así son los milenial: informados, comprometidos y autónomos. Es más fácil para ellos tomar el toro por las astas, informarse en Google, y emprender el cambio, antes que caminar la vía tradicional de ir a exigirle al Estado que cumpla con el pacto social.
Fue un video en Internet que sirvió de inspiración: la asociación estadounidense “Surfers Healing” da clases gratuitas de surf a chicos con autismo. Al verlo, la joven estudiante de psicología supo que esto era lo que quería hacer en el Perú. Sin embargo, el momento decisivo llegó un domingo a orillas de una playa de la Costa Verde, cuando Andrea conoció a Guille, un adolescente con autismo. El muchacho ponía resistencia para entrar al mar, mientras su padre, Guillermo, y un profesor de surf hacían lo imposible para que al menos se acerque a la orilla o toque la tabla de surf.
Verlos Andrea se acercó y convenció al padre del adolescente que esa no era la forma más adecuada, quedaron en verse el próximo domingo y así comenzó este proyecto social que ya va por los tres años, gracias al apoyo del padre de Guille, su familia y las redes sociales.
Efectivamente, a través del Facebook difunde las actividades de la ONG, las charlas informativas y la búsqueda de voluntarios.
El quiebre entre el Estado y los jóvenes
Esta es la primera vez que votará en unas elecciones presidenciales, y le gustaría, sin exigencias ni esperanza, que el próximo presidente, se preocupe por esta parte de la comunidad tanto como lo hace ella. Los inicios de Tabra no fueron nada fáciles, esta joven recuerda que lo más tedioso fueron las trabas burocráticas que ponía el Estado al momento de inscribir la ONG.
“Si no fuera por el apoyo del papá de Guille, no lo hubiéramos logrado” cuenta Andrea y se pregunta ¿cuántos proyectos se pueden truncar por este trámite engorroso?
Otro tema importante es el financiamiento. Al principio cuenta que el dinero salía de sus bolsillos, luego llegaron las donaciones y ahora están a la espera de un financiamiento extranjero. Al preguntarle si alguna vez recibió algún apoyo estatal, ella asegura que no. “Nunca he recibido ningún apoyo, ni tampoco hemos tocado las puertas de algún ministerio. Tal vez en un futuro debería haber un trabajo conjunto”, señala poco convencida.
Para la comunicadora política Nancy Arellano, esta es una de las principales características de los jóvenes milenial, grupo al que Andrea pertenece:
“Son activistas sociales pero generalmente desvinculados del Estado porque creen que no lo necesitan. No creen en los partidos políticos, como están los partidos ahora, pero sí en lo que se puede lograr con la noción de grupo, en el desarrollo colectivo”.
A pesar de existir este alejamiento, a esta joven milenial le preocupa que haya cambios y mejoras en el país. En el Perú no existen cifras exactas sobre la cantidad de personas con autismo, pero hay un promedio de 2000 personas con este diagnóstico inscritas en el Consejo Nacional para las Personas con Discapacidad (Conadis).
Andrea sabe que quejándose no conseguirá nada, a pesar de que tiene como herencia de sus padres y abuelos toda la negatividad hacia la política. “En mi caso toda mi vida he escuchado hablar que en la política solo están los corruptos o rateros siempre con adjetivos negativos. Creo que viene del pasado este rechazo (de los jóvenes) a la política”.
La política: mal contigo, peor sin ti
Una encuesta del IEP (2012) confirma lo dicho por Andrea: El 40% de los jóvenes tienen un interés escaso en la política y 31% interés nulo.
Sin embargo, según las más recientes cifras de la Secretaría Nacional de la Juventud (Senaju), 1612 jóvenes son hoy autoridades gubernamentales, lo cual representa un 13% del total de autoridades electas. Esto indica que no existe una apatía de los jóvenes hacia la política, sino un gran interés por poder conducir el país. Este contraste explica el panorama que se vive actualmente en la relación jóvenes y la política. Hay que entender que ellos no son los mismos jóvenes de los años 70 y 80. Los jóvenes de hoy tienen deseos de conducir el país, pero desde sus ámbitos laborales o sociales. Discuten los problemas sociales de manera horizontal y a través de plataformas virtuales y el uso de redes sociales. No más en las plazas públicas, ni de manera vertical, como militantes de un partido político.
¿Y por quién votará Andrea?
Respecto al proceso electoral, Andrea dijo ya tiene definido por quién votaría. Se identifica con su candidato porque en su plan profundiza los temas de su interés como: educación, inclusión y salud. De llegar al sillón presidencial, esta joven espera que cumpla con lo escrito en su plan de 300 páginas, que ya leyó.
Cuenta que al principio, su voto ya estaba estaba casi decidido por otro candidato. Buscó un representante nuevo, sin ninguna experiencia política previa, y siguió su campaña a través de las redes sociales. Hasta que el candidato empezó a contradecirse. Para la comunicadora del IEP Mariel García esto es normal en los jóvenes: “Ellos son mucho más versátiles, flexibles y pragmáticos en todo lo que hacen, incluidas sus preferencias políticas. Lo cual suele malinterpretarse como que los jóvenes son apolíticos o desinteresados”.
En realidad se trata de una nueva forma de vivir la política, como bien explica la especialista: “Hoy no hay una oferta de partidos, es parte de los tiempos. Los partidos pareciera que existen solo para las elecciones y todo el esfuerzo por acercarse al joven no parece muy orientado a conversar con el joven, sino a ser atractivo para ellos”. Efectivamente Andrea percibe que eso sucede. En toda esta campaña electoral no ha visto un candidato presidencial que convoque a los jóvenes a un congreso o una mesa redonda donde se expongan sus quejas e ideas. A pocas semanas de las elecciones, está segura que no cambiará de candidato, “a menos que lo saquen” dice.
